PINCHA PARA LEER POR CAPÍTULOS LA NOVELA DE NIKOLINE NEIRL

12.5.12

Capítulo l

Todo empezó en la excursión de fin de curso, a pleno Junio.
Se acababa de morir Bert, mi perro, el único que sabía como era y me quería igualmente. Utilicé mi pérdida para que mis compañeros sintieran compasión y me dejaran un poco en paz. Me senté en la arena y pasé el rato viendo como se bañaban en el agua, se metían mano, y todas esas cosas tan divertidas que hacen los populares. Me asombré de mi propio sarcasmo. Me acurruqué en la toalla y deseé que esto acabara de una vez. Entonces se acercó John, un chico moreno, delgado y algo más bajito que los demás jugadores de rugby. El único con el que Monique, una de las de mi grupo, no se había acostado todavía. Y no se por qué, aquel chico parecía sentirse atraído por mi, que por supuesto, no era correspondido. Me entró jaqueca al pensar que tendría que entablar una conversación.
-Hola, ¿estás mejor? -dijo, con un tono agradable.
Emití un gruñido intentando decir ''sí''.
-Lo siento, no entiendo tu lenguaje cavernícola, estamos en el siglo XXI. -bromeó.
No se por qué, aquello me hizo gracia y estallé una carcajada. Él debió pensar que me sentía cómoda y se sentó a mi lado. 
-Parece que se lo pasan bien. -comentó.
-Genial, tocándose los unos a los otros, les deben quedar pocos niveles para aterrizar en un puticlub. -dije, enfadada.
Él se río de mi chiste.
-Creía que eran tus amigas.
En aquel momento me dí cuenta de lo que estaba haciendo, casi parecía que las odiase, no podía dejar ver ese lado de mi con él, por Dios, con él no. Me arrepentí en seguida de haber continuado esa conversación. Decidí irme un rato con la excusa que antes se me ocurriese.
-Er, si, bueno, adiós.
Me levanté e intenté caminar hacia las rocas, cuando noté como me agarraba por el bikini.
-¡Eh! -le grité.
-Tranquila, no pretendía nada, tan solo que me esperases.
-Ya, bueno, me voy. -contesté enrojecida.
-¡Espera! Voy contigo, yo también necesito dar un paseo y alejarme un poco de estos monstruos.
Me sorprendí al ver que el también los tomaba como eso. Iba a negarme porque su presencia me incomodaba, pero ya era tarde, emprendimos camino hacia las rocas que llevaban al sendero bajo un silencio incómodo que él enseguida rompió.
-¿Sabes? Eres la única del grupo de Shirley -la ''jefa'' del grupo, la más popular, y la más idiota.- que parece simpática, las demás son un atajo de putas.
Me encantó aquello, me sonrojé, supongo.
-Gracias... -dije con timidez.
No contestó. El camino continuó en silencio. Yo solo podía pensar en sus palabras, me hacía mucha gracia que las llamara ''atajo de putas'', yo no era así, o eso creía, y gracias a él lo había comprobado.
De pronto sonó un claxon, parecido al del autobús escolar, ¡no podían marcharse!, ¡estábamos muy lejos todavía!, me asusté y le agarré la mano para gritarle que corriera a por nuestro bus. Acto seguido me arrepentí rotundamente, lo solté y me puse a correr en dirección a la playa para que no viera mis mofletes colorados. Él hizo lo mismo.
Tras correr sin cesar un buen rato, llegamos a la playa. Un vacío recorrió todo mi ser. Allí no había nadie. Ni siquiera nuestras mochilas seguían allí.
Nada.

2 comentarios:

  1. ¡Dios! Me encanta :D Voy a seguir leyendo, pero te aseguro, que me parece estupenda, de verdad.

    ·Raquel'oide·

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