PINCHA PARA LEER POR CAPÍTULOS LA NOVELA DE NIKOLINE NEIRL

25.12.12

Capítulo V

-¡¿Qué miras, imbécil?!- me gritó.- ¡Lárgate de aquí!
Pero no lo hice. Tampoco la ayudé, ni la consolé. Tan solo me quedé allí, de pie, en una esquina, mirando como Bria lloraba, con algo dentro de mí que me impedía respirar con normalidad, que me repetía en la cabeza <<culpable, culpable, culpable>>. Sí, quizá era culpable. Al fin y al cabo yo la conocía, y podía haberlo evitado. ¿Por qué coño no lo hice?
-¿Qué pasa, ahora la reina de las pijitas se queda de piedra?
En ocasiones normales, le habría propinado una ostia, pero ahora no, tenía toda la razón, no sabía cómo reaccionar.
-Yo... eh...- intenté decir algo.
Ella suspiró y comenzó a levantarse, tenía la palma de una mano marcada en la cara.
Fui hacia ella para ayudarla.
-No, no te molestes, es mejor que no me toques.
Se levantó, salió de los baños y se dirigió a su clase con total tranquilidad. Al contrario que yo, que me quedé allí, en medio de aquellas cuatro paredes intentando comprender que había hecho con mi vida.

...

Me salté las últimas clases y me fui a casa. Alex ya estaba allí. Ni siquiera me paré un segundo en emitir un "hola", tomé camino hacia mi habitación y le indiqué que me siguiera. Una vez allí, abrí una bolsa de basura y lancé mi uniforme de animadora, él enseguida entendió lo que hacía y seguimos tirando fotos, regalos, pompones, trofeos, camisetas y todo lo que pudiera recordarme a Shirley y al resto. Media hora después, por fin cerré la bolsa que encerraría los recuerdos de mis anteriores años de instituto.
-¿A que se debe esto?- logró preguntarme Alex.
-¿Recuerdas Bria? Es de...
-Tu clase de Geografía, sí, conozco a su hermana.- me cortó.
-Sí. Hoy Shirley y el resto le han amenazado y pegado. Y... yo... bueno, yo no he hecho nada.- me costó soltarlo, incluso con mi propio hermano.
-Oh, Dios, lo siento, lo siento mucho pequeña.- se acercó a mi y me dio un abrazo de los suyos.
-Ya, no sabes como lo siento yo...
Pero lo más difícil aún estaba por llegar.

...

Jueves.
Así se llamaba mi día de cambio radical de vida. Es cierto que estuve varias veces a punto de coger la bolsa y olvidar todo lo que había pasado, pero no lo hice, tenía que ser fuerte y tenía que ser Nikoline, no aparentar ser quien no soy. Y así lo hice.
Entré por la puerta vistiendo unos vaqueros pitillo, una sudadera de Obey de Alex (adoraba, adoraba esa marca, pero nunca la había podido llevar, era una marca asequible) y unas deportivas. Siempre había envidiado secretamente a las chicas que nunca se separaban de sus deportivas, y estaba dispuesta a hacerlo ahora.
Creo que no hace falta que os describa las caras de todo el mundo al verme.
-¿Lo has olvidado, nena? Tenemos entrenamiento, cambiate ya.- me ordenó Monique.
-He dejado el equipo.
Se lo dije con tanta seguridad que ni yo misma me lo creía.
-Vale. Chicas, móviles fuera.- dijo Shirley dando unas palmaditas.
Estaba claro que estaban borrando mi número de sus respectivos teléfonos. No me importaba, yo ya había borrado los suyos. Acto seguido, se dieron la vuelta y se marcharon.

Las clases transcurrieron normalmente, excepto porque Bria no dejaba de mirarme con cara de duda. Normal. Supongo que intuía que ella había sido el empujoncito que necesitaba para hacerme cambiar, pero querría asegurarse.
A la hora de la comida, me llevé la bandeja al patio y la tomé allí, no tenía con quién sentarme en el comedor. Un rato después oí como la puerta se abría y pensé en la bronca que me iba a caer si era un profesor y me pillaba comiendo allí, pero no, era Bria. Me miró, se sentó en el banco y encendió un pitillo.
-Está prohibido. Si te pillan nos la cargaremos las dos.- le dije.
-Perdona por ponerte en peligro. Vosotras hacéis cosas peores en los baños y nadie os dice nada.
Tenía toda la razón.
-Ya no estoy con ellas.
-Me he dado cuenta. Supongo que de nada.- dio una calada.
-Supongo que lo siento.
Expulsó el humo y esbozó una sonrisa.
-Bonita sudadera.
-Lo se.
Ambas reímos. Sabíamos que era el comienzo de una buena amistad.

...

-¡¿Qué tal ha ido?!- preguntó Alex eufórico en cuanto abrí la puerta de casa.
-Mejor que nunca.- dije entre risas.
-Eso es por la sudadera, está claro.- dijo con sorna.
Empezamos una batalla de cosquillas cuando de repente, sonó el timbre.
-¿Abres tu?- me preguntó.
Asentí.
Miré por la mirilla ya que no era normal que alguien llamara a la puerta a estas horas, y allí lo vi.
-¿Qué haces aquí, John?
-Lo he dejado.
Me había perdido en medio de aquella conversación.
-Eh...¿qué has dejado?
-Me he enterado de que has pasado de aguantar a las chicas del club de animadoras, y he sacado valor y he hecho lo mismo con el equipo de rugby.
No daba crédito a lo que estaba oyendo.
-Ah... yo...- no sabía qué decir.
¿Por que narices tenía que venir a decírmelo a mi casa? ¿y cómo sabía donde vivía?
Se encogió de hombros.
-Pero... John, ¿por qué has hecho eso?
Vaciló unos segundos.
-Por ti.
Genial, ahora si que estaba perdida.

24.12.12

Capítulo lV

Alex me llevó al instituto el día siguiente.
Entré por la puerta principal y Shirley, Monique, Abie, Courtney y Dalia se abalanzaron sobre mí. Estaba claro que tenían algo importante que contarme.

Antes de nada, esas cinco chicas que os acabo de nombrar son de mi grupo de animadoras, sí, las "populares", con ellas voy por los pasillos y con ellas tengo que soportar ver como pegan a otras más pequeñas. Ni yo misma se por qué lo hago.
Shirley y Monique son como las "jefas", siempre llevan el control de todo, y no solo de nosotras, sino del grupo de rugby, exacto, todos los chicos caen en sus redes alguna vez.
Luego está Abie, tiene novio desde hace dos años, así que no suele meterse en esos rollos. El resto de las chicas se pasan el día pidiéndole consejos amorosos como si fuera una veterana en ese tema.
Y Courtney y Dalia son los perritos falderos, no son muy inteligentes, así puedes contarle que acabas de matar a alguien que en quince minutos se les va a olvidar. Supongo que eso es lo que les gusta al resto de las chicas del grupo de ellas.
Y como sexta y última estoy yo, que no tengo ni idea de qué hago con ellas.

-¡Tía, tía, tía!- Gritó Courtney con su voz chillona.
-¿Así que estuviste ayer con John?- dijo Abie.
-No es el más guapo del equipo pero bueno si a ti te gusta...- le cortó Dalia.
-¡No les hagas caso, está bueno!- volvió a cortar Monique.
-¡Ésta te lo quiere robar ya, Nik!- gritó Shirley.
Aquello era divertido, se contradecían unas a las otras, pero les ordené que se callasen porque iba a entrarme jaqueca.
-Chicas, no estuve con él y no tengo nada con él, nos perdimos, nada más.- logré decir.
-¿Y a que esperas para lanzarte?- dijo Monique. Sonó el timbre, mi salvación.- En el próximo cambio quiero que te acerques a él, pronto será el baile y eres la única que es más bajita que él, así que a ello.- reprochó.
Así funcionaban las cosas. Sales con alguien porque pegáis físicamente y no porque te guste. Bienvenidos a mi mundo.

...
Salía de clase para ir al cambio cuando Abie tiró de mí. Pensé que me llevaría con John, pero no, me acercaba a los baños, iban a pegarle a una chica.
Entré detrás suya cerrando la puerta del aseo de mujeres y allí la vi. Bria, venía a mi clase de Geografía, era una buena chica y bastante inteligente, llegaría a ser mucho más de lo que cualquiera de las animadoras podría; pero allí estaba. 
Ella me reconoció enseguida, noté como me pedía ayuda con la mirada. Pero, ¿qué podía hacer yo? En momentos como ese no sabía como reaccionar, como si no llegara sangre a mi cerebro. Cuando me di cuenta de lo que estaba ocurriendo ya le habían dado una paliza y se retiraban, pero yo me quedé allí, con ella, de pie en la puerta, con la misma cara con la que me había quedado cuando descubrí que la conocía.
Cuando vi como lloraba.
Cuando me di cuenta que ella podría ser yo.

23.12.12

Capítulo lll

-¿Mamá?- Llamé al entrar a casa.
Nadie contestó. Probablemente se habría ido a tomar una copa con sus amigas a uno de los bares más prestigiosos de aquí.
¡Ah! Otra cosa que no os he contado, otra cosa por la que estoy entre las populares y otra cosa por la que me odio, es por la que vengo de una familia rica. Sí, señores, estamos en pleno Londres, y por mucho que mi madre se lo tenga creído, todo viene gracias a mi padre. Quiero muchísimo a mi padre, puede que sea millonario, pero si tiene que limpiar la mierda del coche, la limpia, si tiene que ayudarme con los estudios, me ayuda, si tiene que hacer la cena, la hace. No tenemos criados en casa que nos hagan tareas que podemos hacer perfectamente nosotros, y eso es lo que me gusta de mi familia. Pero luego está mi madre, es cierto que no hay ayudas en casa, pero tampoco por su parte, es mi padre quien se encarga de las tareas de la casa, y ella se encarga de comprar, beber y pasárselo bien; está más que claro que papá no la quiere, pero supongo que ahora me quiere demasiado a mí como para pasársele por la cabeza la idea de dejarnos. Bueno, a mí, y a Alex, mi hermano. Si queréis saber como es, pensad en todas las cualidades que tendría el chico perfecto de dieciocho años, ¿ya? pues así es Alex. Mi hermano es un cielo de persona, está claro que se parece a la familia paterna, siempre está ahí para apoyarme en todo lo que necesite, no es como el resto de hermanos de las chicas de mi grupo, es... es Alex.
-Nik, ¿eres tu?- Preguntó al oír la puerta. "Nik", así me llamaba él.
-Sí, sana y salva.
-Lo sé, ya me han puesto al tanto de lo de la excursión.
-Y...- No me dejó tiempo a responder.
-¿Mamá? No te preocupes, le he dicho que habías perdido el móvil en la playa, se ha ido con Margaret y Felice a Odette's.
Así era Alex. Siempre sabía lo que hacer en el momento exacto. Ojalá me pareciera más a él.
-Dios mío, ya te debo otra.
-Me la vas a devolver ahora, acaba de llamar nuestra querida prima y me ha dicho que quiere hablar urgentemente contigo...
"Nuestra querida prima" era Lydia Novotny, una arpía engreída, como os podéis imaginar, venía de parte de madre. A saber que se le ocurría reprocharme esta vez.
Volvió a sonar el teléfono. Descolgué.
-¿Si?
-Nikoline Neirl Novotny.- ¿Recordáis cuando dije que me gustó como sonaba mi nombre dicho por John? Pues en boca de mi prima, sonaba horrible.
-Así me llaman, Lydia.
-¿Se puede saber que coño hacías tu con John Lemacks en la playa?- Odiaba con toda mi alma que a aquella mujer le gustara tanto llamar a la gente por nombre y apellido.
-El bus se fue sin nosotros, no es mi culpa.
-No quiero volver a verte con John, es mío, ¿entendido?
-Eso quizás deberías decírselo a él, fue quién vino a buscarme.- Si Lydia pretendía asustarme, no lo conseguiría.
-Ten cuidadito con lo que dices, rata.
-Cierto, quizás me comas.- Sí, Lydia era gorda, muy gorda, y yo lo utilizaba contra ella siempre en situaciones como ésta.
-Mira renacuaja, estás avisada, John me quiere y no a ti. Y como vuelva a verte con él iré a por ti ¿de acuerdo?
Colgó. Eso me fastidió, tenía un vacile preparado para ella. Pero seguiría acercándome a John, aunque solo fuera por fastidiarla. Después de decir aquello me sentí una auténtica Shirley y me arrepentí, pero ¿y si quería estar con John, quién era ella para impedirmelo?
Pero, ¿quería?